¡Una madre es la luz de Es el único amor que no concluye, Que va en el corazón como una esencia, Que purifica y perfumando fluye.
Cuando abate el pesar toda creencia Jamás esta creencia se destruye; Y queda en nuestras almas tan asida Que parece la yedra de la cierta vida.
Doquiera siempre igual conmigo vienes Como celeste incógnita armonía; Tu nombre entre mi pecho escrito tienes, Y escrito está en la ardiente fantasía.
¡El será el eco postrimer que suene En mis murientes labios madre mía! Y será en mi sepulcro el relicario De mis despojos y de mi sudario.
Julio Flórez
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